Afirma que la crisis puede ser «una oportunidad para la regeneración ética del tejido social» si la salida «se hace pensando en los perdedores»
JOSÉ ALFONSO
Jesús María Alemany además de ser jesuita ha dedicado toda su vida a investigar los caminos de la paz. Desde 1984 preside la Fundación Seminario de Investigación para la Paz de Zaragoza y acaba de recibir el XIII Premio de Derechos Humanos 2011, que concede el Consejo General de la Abogacía.
—El Vaticano acaba de proponer que se celebre una jornada mundial contra la persecución de los cristianos... ¿Cómo ve la iniciativa?
—Yo valoraría más el hecho en sí que la medida. Como dijo Hans Küng, si no hay paz entre las religiones no habrá paz en el mundo. Por desgracia, muchos de los conflictos después de la guerra fría tienen un rostro religioso aunque sus motivaciones más profundas no sean religiosas. Por eso todas las confesiones están intentando quitar todo tipo de justificación religiosa a los enfrentamientos entre los pueblos.
—¿Cree que Occidente tiene razones para temer al islam?
—Creo que hay razones para que todos temamos una radicalización negativa de la religión. Pero eso lo podemos encontrar en el islam o en el cristianismo o en el judaísmo o cualquier otro tipo de sentimiento religioso. Hay razones para que tengamos sumo cuidado en vivir un valor, como es la religión, de una forma abierta, que no nos haga enfrentarnos a otras personas sino al revés, crear lazos solidarios ante los gravísimos problemas que tiene hoy la humanidad.
—Este prejuicio que sufre el islam también sucede en otras sociedades con la religión católica. Desde hace algunos años lo vivimos también en España, ¿qué reflexión le provoca esto?
—La religión cuanto más superficial más peligrosa. Es el ejercicio puramente sociológico de la religión el que produce estas reacciones violentas porque cuando uno tiene la religión sociológicamente recibida no está muy seguro y se vuelve inseguro ante cada crisis o cada dificultad, entonces reacciona violentamente. Para mí el remedio a todo esto es una vivencia más profunda de la religión.
—La crisis ha puesto al descubierto que la desigualdad también existe en los países ricos. Vemos a altos directivos que cobran fortunas, ¿cree que la crisis puede ayudar a regenerar moralmente el tejido social....?
—La crisis sí puede ser una oportunidad a condición de que la salida se haga pensando en quiénes son los perdedores. No hay que olvidar que la recesión no ha descubierto algo que no sabíamos, sino que lo ha ahondado y ha creado un nuevo tipo de excluidos. Antes eran personas realmente marginales y en este momento se trata de familias que han estado viviendo de una forma normal pero ahora han perdido el trabajo. Lo que más ha profundizado la brecha ha sido tener o no tener trabajo.
—¿Corre peligro la paz social?
—Objetivamente está en peligro y si realmente no hay reacciones violentas se debe a dos motivos. Primero a que en nuestras sociedades hay muchos colchones que no contemplan la economía, como la familia, el pueblo. Eso nos hace ver cómo la vida es más que la economía. En segundo lugar, porque ha calado la cultura de paz y no la insensatez de buscar por la violencia la resolución de los conflictos.
(vía abc.es)
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