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lunes, 19 de marzo de 2012

Una novela en forma dramática

Cormac McCarthy
El Sunset Limited
Mondadori, 2012
111 páginas

Nos sobran religiones y nos faltan discusiones religiosas. El fanatismo se toma el mundo en voz alta mientras el ateísmo, entre el miedo y la indiferencia, se hace a un lado, calla, no dice nada. Las discusiones religiosas son cosa del pasado. Qué vieja parece hoy en día aquella conversación en las puertas de la muerte entre Mersault y el sacerdote en El extranjero, de Camus. Pues bien, de ese tema hoy anacrónico, la fe y la ausencia de fe, trata El Sunset Limited, el nuevo libro de Cormac McCarthy publicado en español.

El Sunset Limited es un largo diálogo entre un hombre Blanco y un hombre Negro -ninguno de los dos personajes tiene nombre- en una habitación en un bloque de apartamentos de un gueto negro de Nueva York. Antes de ese diálogo, lo iremos sabiendo gradualmente, el Negro salvó al Blanco, quien pretendía suicidarse arrojándose a un tren en movimiento, el Sunset Limited. El Negro es un exconvicto y cristiano evangélico y el Blanco es un profesor universitario ateo. La obra transcurre en el apartamento del Negro, que tratará de disuadirlo de sus intenciones suicidas hablándole de Dios y de la Biblia mientras el Blanco ironiza los argumentos del predicador e intenta varias veces abandonarlo para ir a cumplir su deseo truncado. El dolor, la felicidad, la desesperanza, el sentido de la vida, la compasión y la muerte son algunos de los temas que van aflorando en ese tenso encuentro. Dice el Blanco: "Yo no creo en Dios. ¿Tan difícil es de entender? Mire a su alrededor, hombre. ¿Es que no lo ve? El griterío de los que sufren lo indecible debe ser para él el más agradable de los sonidos". Pero el Negro no se deja intimidar: "Creer es distinto de no creer. Si uno es creyente tarde o temprano va a parar al pozo de la fe propiamente dicha y ya no tiene que seguir buscando".

McCarthy ha dicho que cualquier escritor que se precie de serlo tiene que escribir sobre la muerte y Dios. No por azar sus grandes influencias literarias son Shakespeare, Melville y Faulkner. Lo inevitable de la muerte y el vacío que se abre ante el silencio de Dios son temas presentes en sus novelas desde El guardián en el vergel (1946). Y, desde 1985 con Meridiano de sangre, aparece otro tema recurrente: el apocalipsis. Recordemos que en su última novela, La carretera (2009), un padre y un hijo atraviesan un mundo al parecer destruido por una catástrofe nuclear en el que los sobrevivientes, ante la escasez de alimentos, se han convertido en peligrosos caníbales. El Sunset Limited en realidad tiene su filiación con A puerta cerrada, de Sartre, una obra de teatro en la que el infierno es representado como una habitación donde tres personajes conviven para toda la eternidad bajo la mirada de los otros: "El infierno son los otros".

La comparación no es forzada. El Sunset Limited está más cercano al teatro y al guion que al género de la novela, aunque esto último es omitido por lo editores que quieren dar la idea de una novela dramática. Porque la gente no lee teatro ni guiones y porque claramente McCarthy es más un reconocido novelista que dramaturgo. De hecho, se estrenó como una obra de teatro por la compañía Steppenwolf y el guion fue publicado como libro. Y el año pasado fue llevada a la televisión como tv movie por el canal HBO, con la actuación de Samuel L. Jackson (hombre Negro) y Tommy Lee Jones (hombre Blanco).

De lejos, McCarthy es mejor novelista que dramaturgo o guionista, aunque El Sunset Limited no carece de interés. Más que personajes, el hombre Blanco y el hombre Negro representan ideas muy claras, sin ninguna clase de fisuras: la fe y la falta de fe. Y con cierto sabor a cliché: el profesor Blanco, que lleva una vida material cómoda, se ha hastiado de la cultura: "Las cosas en las que creía ya no existen. La civilización occidental se esfumó finalmente por las chimeneas de Dachau". El Negro, en cambio, que ha conocido la cárcel y la pobreza, rebosa optimismo. Sin embargo, la intensa confrontación de las dos posturas irreconciliables le da una fuerza inusitada al diálogo y lo hace creíble.

(vía semana.com)

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