Amy Ross A.
Aunque se crio como cristiano evangélico y practicó esa religión de manera activa durante su adolescencia, Daniel Murillo se declaró ateo a los 19 años.
Una encuesta de la empresa Unimer para La Nación revela que de cada 100 personas, 79 dicen pertenecer a una religión.
(vía nacion.com)
Aunque se crio como cristiano evangélico y practicó esa religión de manera activa durante su adolescencia, Daniel Murillo se declaró ateo a los 19 años.
La decisión la tomó tras iniciar sus estudios en la Universidad de Costa Rica. “Empecé a leer y concluí que la religión es un entramado superficial, hecho a dedo, con intereses políticos y económicos de fondo”, expresó el joven de 23 años.
Murillo forma parte del 28% de los costarricenses entre 18 y 29 años de edad que optan por desligarse o mantenerse desvinculados de las creencias religiosas.
Esta cifra es más alta (88) entre quienes superan los 50 años de edad, pero más baja entre los adultos jóvenes, donde solo 71 de cada 100 pertenece a algún grupo.
Del total de creyentes, 72% se denominan católicos , 15% evangélicos, 8% cristianos, 1% testigos de Jehová y un 3% de otra religión.
“Es una cuestión de descubrimiento; antes de los 18 años uno depende mucho de la familia y de esos valores inculcados. Ya después uno empieza a buscar su propio camino”, razonó el joven universitario.
Esta explicación la respaldó Mario Méndez, director de la Escuela Ecuménica de Ciencias de la Religión de la Universidad Nacional .
“Puede que intervenga una dimensión psicológica en el sentido de que los niños creen lo mismo que los papás, pero a cierta edad asumen una autonomía moral y religiosa”, explicó Méndez.
“No creo que las personas estén retardando su pertenencia o adhesión a una religión, sino que este cambio es cultural; no ser creyente ya no es visto como anormal y no hay tanta presión”, agregó.
Menos interés. Más allá de los números, el aumento de jóvenes no religiosos se percibe en las congregaciones, sobre todo católicas.
“Los jóvenes ahora vienen menos a la iglesia; los padres no tienen tiempo para criar a sus hijos e inculcarle valores”, expresó Mayela Vargas, de 64 años, quien forma parte de la Pastoral Vocacional en San Juan de Tibás.
David Solano, director de la Escuela Social Juan XXIII , considera que la disminución de los jóvenes se percibe entre las personas vinculadas a las tareas de la Iglesia como la catequesis o el área litúrgica.
“Este hecho nos mueve a la reflexión y a la toma de decisiones para acercarnos más y de un mejor modo a las personas más jóvenes para ofrecerles el mensaje del Evangelio. De no replantearse las acciones pastorales, los fieles irán envejeciendo y disminuirá sensiblemente la población religiosa”, dijo Solano.
El presidente de la Alianza Evangélica , Juan Luis Calvo, cree que los jóvenes están más expuestos a la propaganda “hedonista y narcisista” dirigida hacia ellos.
Sin embargo, recalcó que la conformación etaria de la comunidad evangélica es distinta; el nivel más alto de creyentes está en el segmento de los 30 a 49 años.
Por clase. La encuesta de Unimer también reveló una variación según el nivel educativo y socioeconómico: un 86% de creyentes de clase alta son católicos frente a un 74% de clase media y 66% de clase baja.
Mientras tanto, un 10% de creyentes de clase alta son evangélicos, frente a un 13% de clase media y un 20% de clase baja.
“Hay una decepción en los movimientos populares y grupos excluidos, que no se sienten parte de la Iglesia; no se pronuncia sobre los indígenas, los trabajadores bananeros, etc. Esto explica por qué los sectores privilegiados sienten mayor adhesión”, agregó el director de la Escuela Ecuménica.
(vía nacion.com)
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