Los obispos de las dos principales ciudades de Paraguay protagonizan un enfrentamiento público en torno a la figura de un sacerdote argentino que fue suspendido por pedofilia en Estados Unidos y ahora vive en el país sudamericano.
La batalla entre el obispo de Ciudad del Este, Rogeligo Livieres Plano, y el arzobispo de Asunción, Pastor Cuquejo, estalló después de que el segundo sugiriera reabrir una investigación para averiguar si son ciertas las acusaciones de abuso de menores contra Carlos Urrutigoity.
Livieres, quien nombró a Urrutigoity como su número dos hace dos años, le defendió y dijo que el caso está cerrado. Al mismo tiempo, acusó a Cuquejo de ser homosexual durante una marcha "pro vida".
"Hace cinco años, el arzobispo, que tendría que ser mucho más prudente en este tema, casi fue tirado fuera del Arzobispado por las acusaciones de homosexualidad. Y eran pruebas que no fueron suficientes, pero eran concluyentes, eran coincidentes", declaró Livieres, según una grabación.
Livieres calificó de "mala persona" a Cuquejo y dijo que su intención de investigar "es como tirar piedras cuando uno tiene el techo de vidrio".
La respuesta de Cuquejo fue un intento de dar por cerrado el tema: "Es un hermano mío. Delante de Dios estamos en paz".
La fiscal de la Niñez y Adolescencia, María Graciela Vera, informó que investiga de oficio al argentino, quien continúa ejerciendo en Ciudad del Este.
"Hay una denuncia a través de la radio de una supuesta víctima en Paraguay, pero mientras no sea presentada formalmente no se puede hacer nada. No existe ninguna denuncia en Paraguay", añadió.
Urrutigoity fue acusado en 2002 por un estudiante de la Academia Saint Gregory de Pensylvania, Estados Unidos, de haberle ofrecido "dirección espiritual" durmiendo con él y más tarde de asaltarle sexualmente junto al reverendo Eric Ensey.
Esa denuncia fue seguida de al menos tres acusaciones de compartir cama y aproximaciones sexuales de otras personas.
El prelado argentino fue suspendido ese año y enviado a Canadá para que le hicieran exámenes psicológicos en el Instituto Southdown, especializado en tratar a clérigos con problemas mentales.
Tanto la Diócesis de Scranton en Pensilvania, como antiguos profesores del seminario donde estudió Urrutigoity, recomendaron al obispo de Ciudad del Este, al Nuncio Apostólico en Paraguay y al Nuncio Apostólico en Estados Unidos que no admitieran al prelado.
Esa Diócesis expresó en un comunicado sus "serias preocupaciones" sobre el clérigo, a quien identificó como "una seria amenaza para los jóvenes".
El fiscal de la Unidad Internacional de la Fiscalía paraguaya, Juan Emilio Oviedo, dijo que no ha recibido ningún pedido en contra del religioso de ningún país, "ni por la Policía ni por vía diplomática".
El comisario principal de la Interpol en Paraguay, Fabio Ramón Sanabria, también confirmó esa información.
No es la primera vez que Livieres defiende a un religioso acusado de pedofilia.
Ya en 2003 hizo todo lo posible por desmerecer una investigación de periodistas y fiscales, que habían reunido testimonios de siete personas que acusaban de abusos sexuales a su pariente Jorge Livieres Banks, también sacerdote, según la prensa local.
El arzobispo Cuquejo también se manifestó entonces en favor de una investigación, que fue llevada hasta el Vaticano.
La bronca entre los dos clérigos ha hecho intervenir a la Conferencia Episcopal Paraguaya (CEP), cuyo vicepresidente, el arzobispo Edmundo Valenzuela, comunicó a la prensa que Livieres aceptó encontrarse con Cuquejo para pedirle perdón.
"Damos un hermoso testimonio de que podemos ser pecadores pero no corruptos", dijo Valenzuela a Radio Cáritas.
(via Rd/Agencias)
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