Si tiene un hijo en Educación Primaria y estudia en Andalucía, Castilla y León, País Vasco, Asturias, Galicia, Canarias o las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla, sepa que tendrá menos horas de Religión a la semana o de la alternativa Valores Cívicos, si es que ha elegido esta materia. Estas seis comunidades más las dos ciudades autónomas han optado por recortar el horario a estas asignaturas aprovechando la implantación de la Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa (Lomce) que ha entrado en vigor este curso académico en 1º, 3º y 5º de Primaria.
Hasta ahora, la ley socialista de educación (LOE) contemplaba sesiones de 90 minutos de estudio a la semana. Con la Lomce se han reducido a 45 minutos, pero la ley da vía libre a las comunidades autónomas para aumentar la carga horaria si lo consideran oportuno.
Siguen manteniendo la hora y media de clase Aragón, Baleares, Castilla-La Macha, Madrid, Extremadura o La Rioja, pero en otros casos las autonomías se ajustan al mínimo legal establecido. Con la mitad de tiempo que hasta ahora, es decir, con 45 minutos se quedan los niños de Castilla y León, Andalucía, País Vasco o Canarias. Ceuta y Melilla, que se guían por el decreto del Ministerio de Educación para esta etapa académica, se queda con el mínimo legal.
Mientras, Galicia baja de 90 minutos a 60 a la semana (excepto en 2º de Primaria, dos horas), el tiempo dedicado a esta asignatura. Lo mismo ocurre en Asturias.
La decision de estas comunidades autónomas ha generado una enorme preocupación entre el profesorado que imparte esta materia ya que han visto reducido drásticamente su horario y, en consecuencia, sus sueldos. La medida supondrá la pérdida de miles de puestos de trabajo. Según la Federación Estatal de Profesores de Enseñanza Religiosa (Feper), en la escuela pública imparten esta materia alrededor de 13.000 profesores y con el nuevo reparto horario «puede que la mitad de ellos pierdan su puesto de trabajo», explica su presidente, Jesús María Losada.
La situación ha provocado ya movilizaciones en Andalucía. En concreto, el pasado 21 de diciembre, más de 5.000 personas, según los sindicatos convocantes, se manifestaron en Sevilla en defensa del mantenimiento del empleo de los profesores de Religión en los centros públicos andaluces.
«No sólo afectaría a los docentes, sino también al ritmo de la clase porque con 45 minutos semanales existe el peligro de que Religión se convierta en una materia a la que se acude para pasar el rato. Tienes que hacer actividades muy motivantes para los niños de Primaria y sólo se podría dar la mitad del temario».
Losada es de los que opinan que, dadas las circunstancias, «se debería hacer otro planteamiento de la asignatura, que debería ir por otros derroteros más en la línea del estudio de creencias e increencias, sin confesionalidad de ningún tipo. Estaría muy bien centrarla en cuestiones como los planteamientos que existen sobre el sentido de la vida. Se trataría de una enseñanza cultural de las religiones y no confesional. Con este punto de vista estarían de acuerdo el 65 por ciento de los profesores», añade.
Para ser profesor de Religión en España no hay que presentarse a exámenes ni oposiciones, pero se necesitan cuatro requisitos: ser titulado en Magisterio de Grado de Maestro para Primaria o una licenciatura para Secundaria; la Declaración Eclesiástica de Idoneidad otorgada por la Diócesis a la que corresponda el docente que atestigua una «recta doctrina y testimonio de vida cristiana»; la Declaración Eclesiástica de Competencia Académica y la recomendación del obispo de la diócesis a la Administración académica que indica que esa persona es idónea para enseñar Religión. Los sueldos, como los del resto de profesores, los asume la Administración autonómica.
Hasta ahora se calcula que en España elige la asignatura de Religión el 70% de los padres españoles, aunque es un porcentaje que «ha bajado por el maltrato que han dado las leyes educativas a esta materia», se ha quejado la Conferencia Episcopal Española. Y es que no ayudan «la burocracia» y los «trámites complicados que se exigen a los padres cada año para apuntar a sus hijos a la asignatura». En la enseñanza pública cada año los padres deben comunicar que su hijo seguirá en clase de Religión, cuando, según los obispos, se debería invertir el proceso y permitir que dejen de recibirla los que lo solicitan.
Estudiar Religión en los colegios no es obligatorio. Según la Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa, el que no quiera ir a esta clase podrá acudir a la de Valores Culturales y Sociales (en Primaria) y Valores Éticos (en Secundaria). Ambas materias cuentan para la media y para pedir una beca.
El temor de los profesores de Religión es que la situación irá a peor a medida que se vaya implantando la nueva reforma educativa ya que, aunque los centros tienen que ofertar la materia obligatoriamente, también tienen la facultad de eliminar la materia si así lo considera porque no sea solicitada por los alumnos.
De hecho, los obispos consideran que «en Bachillerato no se garantiza de manera suficiente y adecuada el derecho de los padres a que sus hijos reciban formación religiosa y moral» y pronostican que «el resultado será aún peor que la situación bajo la antigua LOE».
Lo que constatan las estadísticas es que es una materia cuya demanda ha bajado en los últimos años. Si en el curso académico 2010-2011 era solicitada por el 71 por ciento de los alumnos en todas las etapas educativas, en el curso 2013-2014 la media ha bajado hasta el 65 por ciento. En Bachillerato, en concreto, el desinterés por esta asignatura es mayor y sólo eligieron estudiarla este curso académico el 40 por ciento de los estudiantes.
Asociaciones de padres como Concapa se han puesto de lado de los obispos ya que creen que la Lomce «deja abierta la puerta al incumplimiento del derecho de los padres a educar a sus hijos según sus convicciones, además de no cumplir con lo establecido en los Acuerdos Iglesia-Estado en lo que a la enseñanza de la Religión Católica se refiere». Que en algunas comunidades quede sólo con 45 minutos semanales en Primaria «es un tiempo insuficiente para proporcionar un mínimo conocimiento de la materia».
(Via publico.es)
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