En esta columna, la estudiante de la Facultad de Educación
del Recinto de Río Piedras explica por qué decidió ser atea. (Suministrada)
Por: Ashley N. Guerrido Cotto
Antes de ser atea yo fui cristiana y era muy activa en la
iglesia en donde hasta fui presidenta de jóvenes, “danzora” y cantante entre
otras cosas más. Hasta mi primera relación sentimental de seis años se
desarrolló dentro de la religión y los miembros de la familia de mi exprometido
eran líderes en la iglesia.
Decidí ser atea no por gusto sino porque desde que entré a
la universidad me entregué al conocimiento y he descubierto cosas increíbles e
inimaginables, además de que conozco de cerca el funcionamiento de la iglesia y
todo lo que hoy en día la compone así que tengo bases y fundamentos vividas a
través de experiencias personales para sustentar mi postura. Digo eso porque he
conocido tanto ateos como cristianos que no tienen conocimiento de lo que están
defendiendo y mucho menos entienden lo que están creyendo.
Escribo esta columna para hablarles de algo que en realidad
me han preguntado bastante y que en realidad es de mi interés difundir bajo
este foro. Me han preguntado sobre qué sentido tiene mi vida tras ser atea; sin
tener la religión y sus promesas e inspiraciones en mi vida cómo tengo
motivación, alegría, sentido, etc.
Primero, quiero admitir que no es nada fácil por la
siguiente razón, al ser atea por medio de conocimientos adquiridos solo me he
topado con realidades crudas, frías y hasta dolorosas; pero a la hora de la
verdad son realidades y aunque sean la mayoría de las veces desalentadoras yo
me había cansado de vivir bajo una fantasía patética y decidí abrir mi mente y
conocimiento hacia nuevos y amplios horizontes.
He notado en el transcurso de mi vida que el ser humano se
mueve mucho por motivación y no por satisfacción propia, tiene que haber alguna
recompensa de por medio para poder hacer las cosas. Cuando le he preguntado a
feligreses de distintas religiones porqué van a su iglesia o templo y hacen
todo en orden de seguir con los mandatos de su institución me atrevo a decir
que casi el 99.99% me responde que es con el fin de conseguir su salvación. Con
el término de “salvación” se refieren a la promesa que todas las religiones
tienen en común que es la vida eterna, en la cual su perfección los llevará a
una felicidad por toda la eternidad.
Como ven, lo anteriormente expuesto es un argumento común y
hasta puede parecer muy sencillo, pero es muy concreto para poder sustentar mi
argumento de que el ser humano hace las cosas por motivación, por medio de
recompensas y no por una satisfacción personal y eso repercute mucho en las
personas que asisten a las iglesias o templos. Por desgracia para ellos el
sentido de sus vidas recae plenamente en Dios o en quien ellos crean y las
promesas que la religión alega que él les hizo, o sea, ellos sin esa promesa no
serían nada y mucho menos harían algo. En mi opinión eso da mucha pena y hasta
en cierto sentido coraje y provoca que uno pierda la esperanza por nuestra
propia especie (Homo Sapiens Sapiens) o mejor conocida como la especie
humana.
En mi vida muy personal me involucro en un sinnúmero de
colaboraciones ya sea con algún grupo u organización o solo haciendo el bien en
mi diario vivir cada vez que se me da la oportunidad. No creo en vivir mi vida
basada en promesas y recompensas que logren darle sentido a mi vida y
motivación para llevarla a acabo, sino que creo en perseguir lo que me apasiona
para conseguir mi satisfacción personal.
En realidad mi vida depende de mis acciones y de sus
consecuencias ya sean positivas o negativas y de qué modo yo respondo a las
mismas. Yo al igual que todos río, lloro, amo, odio, etc., pero con la
diferencia de que baso todo en realidades concretas. No creo en atribuirle los
acontecimientos que sucedan en mi existencia a un llamado ser espiritual el
cual no puedo comprobar su existencia. En vez de creer yo estudio e investigo
el porqué y cómo de las cosas, siempre me inclino por lo que es real y
comprobable. Todo lo bueno o lo malo que haga será para beneficio de alcanzar
la satisfacción personal, ya que a través de ella encontraré felicidad y
regocijo para mi ser. Desconozco lo que pasa con nosotros cuando morimos y estoy
todavía en proceso de una investigación que promete ser bastante extensa sobre
ese tema.
En conclusión, veo mi existencia como una muy productiva,
satisfactoria y hasta puedo decir que mucho mas completa que la de muchos
creyentes. Al ser cada acto que yo llevo a cabo uno con el fin de satisfacerme
y hacerme sentir cómoda conmigo misma tengo unas posibilidades muy altas de
alcanzar la llamada “felicidad”.
Puedo también recalcar que el ateísmo le ha dado un
verdadero sentido a mi existencia porque todo está basado en un conocimiento
basado en realidades y un análisis muy complejo pero a la vez muy concreto.
Aunque debo admitir que todo esto me resulta muy interesante y disfruto mucho
complicarme la vida con los asuntos relacionados a todo esto. La clave, que
para mí es de suma importancia, es reflexionar en uno mismo, conociéndote y
amándote para que tengas plenitud en tu existencia; pero creo que con esta
clave también podrías tener éxito en muchísimas cosas en tu vida de las que te
podrías imaginar. Ábrete a todas las posibilidades, expande tus horizontes y
vive sin miedo a lo que los demás puedan pensar; la clave eres tú.
La autora es estudiante de la Facultad de Educación de la
Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras.
(vía dialogoupr.com)
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