Cazador de Ratas, el sello surgido de la mano de la gaditana Carmen Moreno, se coló ayer en QiQ para dar a conocer sus dos últimos títulos: ¡No, por Dios!, un ensayo que recoge las claves del razonamiento agnóstico, y ¿Alguna vez te miró una vaca de frente?, novela gráfica que invita a mirar la realidad desde perspectivas inusuales. Sus autores, Mauricio-José Schwarz e Iñaki Echeverría y Esteban Castromán nadan los tres, eso es seguro, fuera de la convención.
Todos se conocieron, explican, en la Semana Negra de Gijón. A partir de esos encuentros surgió la opción, para Iñaki y Esteban, de publicar, dentro de la colección Hammett de la editorial, la serie de historias gráficas que habían ido publicando en la revista argentina Fierro; y la opción, para José-Mauricio, de ampliar parte de las reflexiones que lanza en su canal de You Tube El rey va desnudo: "Creo mucho en las editoriales pequeñas -comenta Mauricio José Schwarz-, se vuelcan más con lo que hacen sus autores". El mexicano cuenta con varias plataformas en Internet -entre ellas, también el blog El retorno de los charlatanes- desde las que critica el pensamiento religioso y mágico.
"Hoy en día -comenta- casi es tabú decir que uno es ateo. Diría que la de los ateos es la última discriminación legal tras los fumadores. En Turquía, hace unos días, bloquearon la web de la Asociación de Ateos; Raif Badawi está condenado a mil latigazos en Arabia Saudí... Las religiones estructuradas y los extremistas saben que el ateo es el único peligro real. Al fin y al cabo, otro creyente, aunque no comparta la misma fe, también cree en la existencia de algo que lo transciende".
Cualquiera lo diría, teniendo en cuenta el hostigamiento al que aseguran sentirse sometidos, por ejemplo, algunos grupos católicos: "Todo colectivo se victimiza-explica Schwarz- cuando cree que está en peligro de perder sus privilegios. En cualquier caso, yo nunca hablo contra los creyentes, sino contra el concepto de deidad o la institución religiosa. La clave debería estar en la tolerancia. Uno puede decir cosas muy graves, que para el interlocutor puedan rozar el insulto; igualmente, otros dirán cosas que a mí me parecerán barbaridades: son opiniones, están amparadas por la libertad de expresión. Lo malo es cuando haces algo al respecto y coartas al otro".
Tal vez el fin último de su ¡No, por Dios! (Ateísmo para principiantes) sea ilustrar que los ateos "no sólo podemos ser felices sino que es bueno no creer en nada". Y hay mucho en lo creer. Mucha falacia envuelta en oropeles: en su discurso, Schwarz denuncia también la tiranía del pensamiento positivo: "La cuestión es que la culpa siempre es tuya -desarrolla-. Ya se han hecho estudios que indican que, al cabo, resulta negativo para la psique de una persona infundirle la idea de que, por ejemplo, está enfermo y no mejora porque no tiene una buena actitud o porque no lo desea lo suficiente. Esa persona ya tiene bastante con pensar que tiene un cáncer del que puede morir. No le hace falta que la deprimas aún más haciéndole pensar que es un amargado. Todo esto va en la línea del pensamiento mágico tan común en la autoayuda y tan lejos del de la Ilustración, de que si no tienes lo que quieres, es porque no lo deseas lo suficiente".
Tal vez la plaga mágica daría para uno de los relatos visuales que elaboran Iñaki Echeverría y Esteban Castromán. Su libro toma el título de una canción de Miguel Abuelo: "La vaca es algo muy argentino, prácticamente un icono -comenta Iñaki-. Es un bicho enormemente grande pero luego, va y te mira con esos ojos tiernos y esa cara de boluda, que no le pega nada. Eso que no se espera es un poco el espíritu de las historias que planteamos". Unos relatos que pretenden "poner en juego determinados temas y dinamitar conceptos previos, reírse de ellos", apunta Esteban Castromán. ¿Alguna vez te miró una vaca de frente? propone distintas maneras de ver el mundo, "subvertir ciertos lugares de pensamientos, reírnos, expandir y cambiar las posibilidades de sentir -continúa Iñaki Echevarría-. No sé muy bien cuál es la función del arte, ni siquiera sé si plantear distintas propuestas, moverse de un lugar a otro, cambia algo... Pero creo que lo fundamental está en la necesidad de contar, de aportar, y en nuestro caso, el juego es mirar de otra manera". Así, en su propuesta, presentan a una mujer víctima de trata de blancas que se ve como una vaca o un asesino en serie bizco.
"Nos gusta la velocidad y el ritmo que tienen los relatos -indica Castromán-, disfrutamos mucho con ellos. Pero ahora estamos haciendo una novela que ve el acoso escolar desde otro punto de vista, también tirando a la ironía, como no podía ser de otra forma: cuando, ya de adulto, el niño que ha sido acosado se encuentra con el pasado, con una realidad que parece que lo va persiguiendo".
(Via diariodecadiz.es)
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