- El saudí Raif ha sido condenado a 10 años de cárcel y 1.000 latigazos
- La tunecina Nadia se ha tenido que exiliar a París y el iraquí Omar vive escondido
- Todo porque no creen en Alá, critican el Islam abiertamente y defienden una sociedad laica
Asus 31
años, al saudí Raif Badawi le quedan 10 años entre rejas y una
condena de mil latigazos. No sólo eso: podría ser resentenciado por segunda vez
y afrontar la pena de muerte. Su único delito, no creer en Dios y decirlo. De
Irak a Marruecos y del norte de África a Palestina, una nueva generación de
ateos que viven en países musulmanes se rebelan contra el Islam
manifestando alto y claro su derecho a no creer en Alá, clamar por la
secularización de los Estados y criticar la religión jugándose la vida. Según
las encuestas, son una minoría: un estudio del instituto Pew de 2012 en países
musulmanes revela que un 100% de los encuestados en Oriente Medio y el norte de
África asegura tener fe absoluta en Mahoma. Claro que en esos países no creer
en Dios se paga con la exclusión social en el mejor de los casos y la
cárcel o la muerte en el peor. Porque los ateos existen y luchan
enfrentándose a las leyes, la sociedad, su familia y amigos, pagando por su
osadía con una vida en el exilio o en la clandestinidad bajo el yugo de
amenazas de muerte. Ante esta realidad violenta, muchos laicos ocultan
sus ideas. Unos pocos deciden luchar por ellas. Crónica localiza a
seis activistas seculares de una punta a otra del arco de países musulmanes
para descubrir voces totalmente contrarias a los estereotipos: "El
Islam es la mafia", dice el youtuber Ismail Mohammed, quien vive
escondido en el Sinaí temiendo por su vida. En Irak, el caricaturista Omar Al
Najm intenta ocultar su rostro actual y fustiga a los religiosos con
incendiarios escritos y dibujos que cuelga en Facebook para su millón de
seguidores: "El Dios que conozco significa sadismo, opresión,
racismo y falta de humanidad". Más allá de la corrección política,
para ellos los atentados de Charlie Hebdo tuvieron un efecto devastador porque
viven cada día en sus carnes el precio de la disensión. El palestino Waleed Al-
Husseini, encerrado y torturado durante 10 meses por burlarse del Corán, vive
ahora exiliado en París: "El Islam quiere ser tolerado pero no
tolera".
Denuncian una "sociedad atrasada" en la que las
"mentes más brillantes deberán buscar aires más claros", como
escribía el bloguero saudí Raif Badawi, cuya vida pende de un hilo. No todos
son tan incendiarios. La directora de cine Nadia El Fani cree que hay un
trasfondo político: "Los jefes viven muy bien y los soldados muy mal, el
Islam es un mecanismo de control". Ideas a contracorriente, muchas
veces censuradas también en Occidente, como alertan ellos mismos clamando
su soledad por culpa de la "corrección política" o incluso el miedo,
tras las que descubrimos a rebeldes con vidas duras marcadas por una titánica
lucha por la libertad. Es su manera de decir, frente al miedo: Je suis Charlie.
Raif /
activista: ''En cuanto un pensador comunica sus ideas se enfrenta a 100 fatuas'
"Para
mí, el liberalismo significa vive y deja vivir", escribió el escritor y
activista saudí Raif Badawi en mayo de 2012, poco antes de serencarcelado y
condenado a siete años de cárcel y 600 latigazos. Poco después, volvió a
ser juzgado y resentenciado en mayo del año pasado a 10 años y 1.000 latigazos,
a razón de 50 a la semana. Ahora, según reveló esta semana The Independent,
podría enfrentarse a un tercer juicio, esta vez por apostasía, lo que le
conllevaría la pena de muerte.
El 9 de
enero le cayeron los primeros varazos en plena plaza pública de Yeda. La
presión internacional y su delicado estado de salud han detenido de
momento el escarnio público mientras crece el clamor internacional por
quien ya es un icono.
"No
deberíamos esconder que los musulmanes de Arabia Saudí no sólo no respetan las
creencias de otros sino que consideran a cualquiera que no sea musulmán un
infiel. ¿Cómo podemos pensar de esta manera y aspirar a tener una relación
decente con las 4.000 millones y medio de personas que viven en el mundo que no
creen en el Islam?", escribía este joven ateo de 31 años.
Crónica
contacta con la esposa de Raif, Ensaf Haidar, quien vive exiliada en Montreal
junto a los tres hijos del matrimonio: "Está un poco mejor gracias a Dios
porque lo han llevado a una prisión más confortable. Hablamos de vez en
cuando", cuenta desde un exilio en el que asegura no tener miedo:
"En estas terribles circunstancias, me alegra estar en un país donde uno
puede expresarse libremente". "Mi marido no es un criminal, no ha
hecho nada malo, es un hombre muy libre y bueno que quiere mucho a sus
hijos", añade emocionada.
Badawi era
el administrador de la web Free Saudi Liberals, en la que se
mostraba implacable con un país más que reacio a cambiar sus
tradiciones milenarias y gran exportador de la rigurosa corriente
religiosa del wahabismo: "En cuanto un pensador comunica sus ideas, se
enfrenta a 100 fatuas. Las mentes más brillantes del mundo árabe deberán buscar
aires más claros", escribía en su blog provocando furias.
Ensaf lleva
tres años sin ver a su marido. Primero estuvo refugiada en Líbano y ahora en
Canadá, donde recibe el apoyo de Amnistía Internacional y de la asociación
canadiense de escritores PEN. Badawi está nominado al premio Nobel de
la Paz y es hoy el símbolo más conocido de la lucha por la libertad de
expresión en países musulmanes. Ensaf mantiene la esperanza de volverlo a ver:
"Lo único que puede salvarlo es la presión internacional. Con un nuevo rey
al mando, esperamos un gesto de piedad".
Ahmed /
periodista: 'Lo que defendemos es que la religión no nos define como personas'
Ahmed
Benchemsi, leyenda del periodismo marroquí, describe desde su exilio en la
universidad estadounidense de Stanford, donde es profesor invitado en el
programa de Reforma Árabe y Democracia, lo que llama la "esquizofrenia
del monólogo del mundo árabe". En esta esquizofrenia, miles de
jóvenes, y no tan jóvenes, consumen alcohol, tienen relaciones sexuales fuera
del matrimonio y no se ajustan a los ideales religiosos impuestos por las
propias leyes. Y sufren. Por ello, lo que Benchemsi propone es que aquellos que
ya viven al margen de la religión acepten su "secularismo interior"
y dejen de sentirse culpables por no creer en Dios o vivir sin seguir las
estrictas reglas del Islam. No es fácil: "La presión psicológica
que llega de todas partes, los medios, la familia, el gobierno es enorme".
Benchemsi,
de 40 años, fundó en 2001 la revista Tel Quel, que se declaraba
laica a todos los efectos. Un número especial sobre humor que incluía
chistes sobre el Islam le procuró una catarata de querellas y tras un
acoso judicial tuvo que marcharse de Marruecos. Ahora dirige desde California
la revista online Freearabs, en la que periodistas laicos de todo
el arco de países musulmanes, algunos con seudónimo y otros no, opinan de
manera libre. "Lo que nosotros defendemos es que la religión no nos define
como personas. Por eso no casamos con la imagen que prefieren tener los medios
occidentales: o el árabe enfadado y religioso o el moderado que dice que el
Islam es una religión de paz y etcétera".
Ahmed,
marroquí, vive en EEUU.
En su web,
uno encuentra de todo: vídeos musicales de condena a las atrocidades del Estado
Islámico, raperos palestinos o artículos críticos con los líderes políticos y
la no secularización, particularmente duros con Arabia Saudí y
su propagación del wahabismo.
Benchemsi
se rebela contra la presunción occidental de que los 1.600 millones de personas
que viven en países donde impera el Islam son musulmanes: "Si alguien dice
'mundo cristiano' para referirse a Occidente sería una afirmación como mínimo
dudosa y discutible y no entiendo por qué se acepta que se diga que 'el mundo
musulmán' como si todo el mundo que vive en esos países tenga que ser religioso
por simple geografía. Los no creyentes ya lo tenemos suficientemente
difícil en nuestros países como para que los progresistas occidentales nos
nieguen el derecho a ser laicos con sus sentimientos paternalistas".
Benchemsi
cree que la revolución laica es imparable: "La lucha no
es por secularizar porque eso ya ha sucedido, la primavera árabe no fracasó,
pero es una lucha más a largo plazo. Internet es el gran agente de
cambio. Hasta entonces no había libertad de expresión y ha generado
una dinámica que ya no puede ser derrotada".
Waleed/
bloguero: 'Desacralizar la sociedad es la piedra angular contra el terrorismo'
El joven
Waleed Al-Husseini, palestino de 26 años, tiene el gesto grave, muy
grave, para un chaval de su edad. Creció en la ciudad de Qalqilya, en
Cisjordania, en el seno de una familia "moderada" para los que la
religión era "un tabú que no se cuestionaba".
En la
escuela, donde tampoco los preceptos del Islam jamás se ponían en duda,
Husseini comenzó a tener reparos y se dio cuenta de que "nadie me iba a
ayudar a resolverlos". "Lo primero que me hizo cuestionar mi religión
fue el hecho de que las reglas del Islam son imposibles de aplicar en
la vida cotidiana", explica. Comenzó entonces un proceso de liberación
personal y de investigación "en bibliotecas y en internet" que le ha
llevado a aceptar su ateísmo pero lo ha condenado también al ostracismo social.
Waleed,
palestino, vive en París.
Su
activismo en redes sociales terminó cuando la autoridad palestina lo encerró 10
meses en la cárcel por "blasfemo" y, según cuenta, fue torturado.
Ahora vive en París, donde acaba de publicar un libro autobiográfico,
Blasphemeur, y habla con Crónica sin pelos en la lengua: "El Islam usa su
duplicidad. Quiere ser tolerado pero no tolera. El problema de las sociedades
musulmanas en general y árabes en particular es que la religión está en el
corazón de todo hasta el punto de que los vecinos pueden denunciarse
los unos a los otros por haber faltado al rezo. Desacralizar la
sociedad es la piedra angular en la lucha contra el terrorismo islamista".
Convertido
en símbolo, para Husseini nunca se trató de una cuestión de valentía.
"Simplemente he tratado de defender mi libertad porque para mí la esencia
de ser un hombre es haber nacido libre. Aunque después del simulacro de proceso
y la prisión, de todos los sacrificios,he acabado asumiendo que hay un
precio por defender mi libertad", sentencia.
Imail /
'Youtuber': 'El problema va más allá del terrorismo: el islam es la mafia'
"Cuando
declaras tu laicidad, sufres un proceso en el que sientes el rechazo de tu
familia, tu escuela, tus amigos...", se lamenta el egipcio Ismail
Mohammed, de 31 años, youtuber y creador, junto a Ahmed Arkan, del programa
Black Ducks, donde ambos exponen su laicismo en un país en el que no
creer en Dios es delito.
"Hay
un problema en las sociedades árabes y se llama Islam. El Islam es la mafia. Sé
lo que es ser musulmán y no quiero serlo más. En nuestra cultura te
pueden matar por pensar diferente, no son sólo cuatro musulmanes locos. Cuando
los imanes salen en los medios occidentales y dicen que esos terroristas no son
el Islam os están mintiendo porque eso es el Islam en sí mismo y es la
filosofía del odio que propagan en las mezquitas. Pido a los países
europeos que abran los ojos", dice Ismail atacando con dureza una
sociedad donde la religión no es una opción sino una imposición brutal.
Exiliados de su Alejandría natal, tanto él como Ahmed viven, en algún lugar del
Sinaí, gracias a las colaboraciones de simpatizantes.
Ismail,
egipcio, vive en el exilio.
Ismail
tiene mucho miedo, y en su conversación nerviosa es fácil adivinar ese pánico:
"Me pueden matar en cualquier momento. Vosotros no entendéis lo que es
vivir así simplemente por decir que no crees en Dios".
Sobre ese
instante en el que llegó a la conclusión de que el Islam es una "religión
criminal", su compañero Ahmed Arkan, de 30 años, dice: "Cuando mi fe
en Dios se colapsó del todo y no me resultaba en absoluto convincente, no podía
rezar. De niño había sido muy religioso y un gran seguidor de los salafistas
-rama extrema del Islam- y durante mucho tiempo la religión fue muy importante
para mí. Rezaba a Dios para que me devolviera la fe y acabara con mis
dudas pero hubo un momento en el que ya no me podía engañar más a mí
mismo. De repente, sentí la necesidad de hablar con las figuras religiosas que
me habían educado y hablarles francamente. Fue un paso muy duro".
Más cauto
es Ismail cuando se le pregunta si la situación de la libertad es mejor con el
gobierno supuestamente laico de Al Sisi: "Es un problema que va más allá
del gobierno porque está enraizado en la sociedad. Para cualquier político va a
ser muy difícil un cambio semejante".
Y alerta:
"En los países europeos tenéis sociedades muy sanas, muy desarrolladas, y
la corrección política no os deja ver que en vuestro seno están
creciendo comunidades islámicas que amenazan vuestra libertad. El
choque entre vuestros valores y los valores medievales del Islam nos hace temer
una guerra".
Nadia /
cineasta: 'Las jóvenes árabes de Femen llevan el peso de los cambios que
necesitamos'
A la
directora de cine Nadia El Fani, tunecina de 55 años, el laicismo le viene de
familia. Hija de un destacado miembro del partido comunista de Túnez y de madre
francesa, creció en un ambiente progresista marcado por el compromiso político
del padre, que ella ha perpetuado. Para El Fani, el secularismo fue siempre
algo natural por lo que observó atónita como en su país cada día era
más difícil apartarse del Islam. Ella ha tenido problemas por manifestar en
público que no hizo el Ramadán: "Durante mucho tiempo era común no
respetar el Ramadán, pero en los últimos años, Ben Ali [el ex dictador
tunecino que huyó del país en 2011] cerró las cafeterías y los restaurantes
porque comenzó a utilizar la religión como un mecanismo de represión y control
social".
De eso
trata, precisamente, una de las películas de Nadia El Fani,Inch'Allah (2012),
que causó un enorme revuelo en Túnez y que acabó propiciando su expulsión del
país después de numerosas amenazas de muerte y una condena por
blasfemia de tres años de cárcel. De momento, reside en París, donde nació
su madre, y desde allí despliega un intenso activismo político a través de los
documentales que realiza, en los que no se deja arredrar: "Si
tuviera miedo no habría hecho nada en mi vida", dice con firmeza.
Nadia,
tunecina, exiliada.
"Las
jóvenes árabes de Femen llevan sobre sus espaldas todo el peso de los
cambios que necesita el país. Cuando exhiben sus cuerpos de forma natural
se rebelan contra quienes quieren verlos como algo sucio o pornográfico. Las
mujeres se están solidarizando y serán la fuerza que transforme los países
musulmanes», opina.
No cree
que el Islam sea el problema sino "la manipulación que hacen de él las personas
interesadas para seguir manteniendo el poder en la sociedad. El Islam no
es más que una manera de engañar, no me interesa el debate de si es
mejor o peor que el catolicismo porque eso es para los teólogos, es un problema
político.La gente vive oprimida, sin perspectivas laborales y se les hace
creer que serán felices después de la muerte como forma de
manipularlos. Los jefes viven muy bien y los soldados muy mal".
Denuncia
además que los islamistas están ganando terreno en Europa con su
estrategia del terror: "Hace unos días suspendieron el pase de
una película mía en una ciudad de las afueras de París esgrimiendo razones de
seguridad. Es lo peor que puede pasar porque si cedemos les decimos que tienen
razón", concluye.
Omar /
caricaturista: 'El horror es vivir en el siglo XXI con reglas que tienen 1.400
años'
"Si el
Islam predica una verdad indiscutible como se arroga, ¿por qué sus críticos son
amenazados con la muerte y la exclusión social?", dice Omar Al Najm,
escritor y caricaturista iraquí de 31 años, quien se anuncia como "ateo y
librepensador". Desde su exilio en Amán, capital de Jordania, donde vive
refugiado de su Bagdad natal con su hijo y esposa, Al Najm mantiene una
actividad frenética aunque lleva dos años sin salir de casa debido a las amenazas
de muerte que asegura le llegan de forma diaria: dirige la revista Net
Minds, dibuja sus polémicas caricaturas y hasta cuelga canciones de protesta en
forma de rap.
Omar,
iraquí, usa seudónimo.
Rozando el
millón de seguidores en su página de Facebook, Al Najm es un seudónimo. El
activista no quiere mostrar su rostro actual, y es renuente a dar algunos
detalles sobre su vida: "Es una existencia de pavor. Yo y mis padres hemos
sido víctimas de la violencia sectaria entre chiíes y suníes (Omar es suní),
pero la persecución que sufro ahora lo supera todo". Tantos son sus
talentos y tal su secretismo que incluso se duda de si tras el nombre de Omar
Al Najm se ocultan dos o quizá tres personas:"Tengo colaboradores, los
ateos estamos unidos", dice. Sus vídeos de animación, que cuelga en un
canal de YouTube que tiene como logo el polémico Mahoma del turbante y
la bomba que publicó la revista satírica Charlie Hebdo, son de
alto voltaje. Es precisamente el profeta el protagonista de una sátira que toma
prestados elementos y dibujos del semanario víctima de un atentado yihadista.
Los firma con otro alias, "cínico", pues considera que el Islam es ante
todo eso, una religión cínica.
Al Najm
fustiga sin piedad una sociedad anclada en "la edad de piedra".
"El horror surge cuando una sociedad del siglo XXI trata de vivir con
reglas que tienen 1.400 años. Sólo los ateos podemos hacer avanzar al
mundo árabe hacia la civilización. Para el Islam formamos parte de una
conspiración en la que estamos junto a Israel y EEUU por la que somos los
culpables de todo. Para justificar su fracaso, los países islámicos
siempre buscan un culpable exterior y somos los cabezas de turco perfectos. En
mi país mucha gente piensa que los atentados del 11-S fueron obra del Mosad. El
grado de lavado de cerebro es difícil de entender para un occidental acostumbrado
a la libertad de prensa".
Para luchar
contra el absurdo, defiende el humor: "Al enemigo le enfurece que haya
homosexuales pero le da igual que los terroristas maten a personas y los niños
se mueran de hambre. El humor es una forma de poner de manifiesto ese
sinsentido. El Dios que conozco significa sadismo, opresión, racismo y
falta de humanidad".
(vía elmundo.es)
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